El Secretariado de Pastoral Social y la Mesa de Diálogo por la Dignidad de las Periferias responsabilizaron al municipio por la muerte de Gustavo Cabello y exigieron el fin de la violencia de la Patrulla Municipal contra personas en situación de calle.
La muerte de Gustavo Cabello, un hombre en situación de calle hallado sin vida en medio de la ola polar que afecta a Mar del Plata, generó un fuerte pronunciamiento de la Pastoral Social de la Diócesis local y de la Mesa de Diálogo por la Dignidad de las Periferias. A través de un comunicado conjunto, expresaron “profundo dolor e indignación” por el fallecimiento del vecino, quien se resguardaba en un garage prestado por la solidaridad de los vecinos.
“Una vez más, la desidia y la indiferencia se cobran una vida que podría haberse cuidado”, manifestaron en el texto. Y apuntaron con claridad: “Vivir en la calle no es una elección, es el resultado de múltiples exclusiones: falta de trabajo, salud mental desatendida, vínculos rotos y ausencia de políticas públicas integrales”.
La denuncia vecinal sobre el violento accionar de la Patrulla Municipal contra Cabello también fue recogida por las organizaciones de la Iglesia, que exigieron el “cese inmediato de todo tipo de violencia hacia las personas en situación de calle, ya sea institucional, social o simbólica”. “Ninguna persona merece ser descartada”, enfatizaron.
En el comunicado, reclamaron con urgencia la implementación de un sistema de atención integral que contemple:
Respuestas rápidas y coordinadas ante olas de frío.
Dispositivos dignos y permanentes para personas sin techo.
Políticas de salud mental comunitaria que abracen sin criminalizar.
Presencia activa del Estado en los territorios donde la vida está en juego.
“El Estado debe asumir su responsabilidad indelegable”, advirtieron. Y concluyeron: “Cuidar a los más vulnerables no es caridad: es justicia”.
El documento fue firmado por el Secretariado de la Pastoral Social, la Mesa de Diálogo por la Dignidad de las Periferias y el vicario general del Obispado de Mar del Plata, presbítero Hernán David.